Conclusiones
- En un mundo donde la información se fragmenta y multiplica a velocidades exponenciales, el lector contemporáneo debe desarrollar competencias tanto en la lectura lineal y profunda del papel como en la navegación hipertextual y multisensorial que ofrece la pantalla. Este dualismo no es una contradicción, sino una convergencia que amplía las capacidades cognitivas, fomentando un pensamiento crítico adaptativo que responde a contextos variados y dinámicos.
- Al incorporar elementos multimedia, interactividad y participación colectiva, la narrativa digital desplaza la concepción tradicional del lector pasivo hacia un sujeto activo, co-creador del sentido y la experiencia. Esto implica repensar no solo los formatos, sino las pedagogías y las políticas culturales, para integrar modelos educativos que valoren tanto la introspección y concentración del papel, como la colaboración y dinamismo digital.
- La transición digital, aunque inevitable y ventajosa en muchos sentidos, también conlleva riesgos asociados al consumo energético, la obsolescencia tecnológica y la pérdida de patrimonio físico. Al mismo tiempo, el papel, en su versión sustentable, representa una conexión tangible con la historia y la memoria colectiva. Por ello, elegir entre papel y pantalla requiere una reflexión crítica sobre el impacto ecológico, social y cultural, propiciando un uso consciente que preserve la diversidad de soportes y experiencias narrativas para las generaciones futuras.
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